ALGECIRAS (CÁDIZ), 27 Ene.

El funeral de Diego Valencia, fallecido el pasado miércoles tras ser apuñalado por un hombre de 25 años y origen marroquí que cometió un ataque en 2 iglesias de Algeciras (Cádiz), se ha festejado este viernes en la Iglesia de Nuestra Señora de La Palma, de la que era sacristán y que asimismo ha acogido su capilla candente desde la noche del jueves.

El obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, fué el responsable de oficial la misa, al lado de Juan José Marina, el párroco de la Iglesia a la que han acudido a ofrecer el último adiós a Diego familiares, amigos y autoridades, como el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, o el alcalde de la región, José Ignacio Landaluce, entre otros muchos.

"Dolidos y abatidos", aseguró el obispo que quedan sus familiares y amigos, a los que volvió a manifestar sus condolencias y "proximidad paternal a todas y cada una de las comunidades de Algeciras que han vivido este horror de cerca". "Está muerto por su fe y recordando su fe", ha añadido.

Asimismo, el obispo ha señalado que "es la Iglesia entera la que padece al lado de la sociedad" y ha recordado que "a los cristianos nos han enseñado a perdonar, rezar por nuestros perseguidores". "De no perdonar nos habría ahora ganado el mal y hechos como esto nos fuerzan a promover y crear una cultura de la convivencia, del respeto y paz".

"No basta solo con condenar la crueldad, que no posee justificación, como tampoco el terrorismo o la ofensa a la persona y sus libertades", ha añadido Zornoza, que aseguró que "debemos crear sujetos capaces de formar parte en la construcción de la civilización del amor y del respeto a la vida".

Diego Valencia, de 65 años, casado y con 2 hijas, era sacristán de la parroquia desde hacía 16 años, que había regentado una floristería y muy amado en el planeta cofrade algecireño y en la localidad, como quedó patente con las tumultarias muestras de mal expresada por los ciudadanos por norma general con una concentración en la Plaza Alta y depositando candelas y flores exactamente en el mismo sitio donde fue ejecutado y al salir del féretro de la Iglesia, entre aplausos de los ayudantes en la plaza.